Los vehículos impulsados por baterías de litio han generado un nuevo conjunto de retos para los equipos de emergencia. En comparación con los incendios tradicionales, estos dispositivos alcanzan temperaturas extremas y requieren métodos específicos para su extinción. Recientemente, incidentes ocurridos en diferentes partes de España han evidenciado la peligrosidad inherente a este tipo de fuegos, resultando incluso en pérdidas humanas. Expertos en seguridad, como aquellos vinculados a Teknodidaktika, han subrayado la falta de información técnica proporcionada por los fabricantes de automóviles sobre el diseño interno de las baterías.
Enfrentar un incendio de este tipo implica estrategias innovadoras. Una solución que ha demostrado ser efectiva es sumergir el vehículo accidentado en grandes cantidades de agua durante períodos prolongados. Este método, aunque laborioso, permite controlar la temperatura generada por las reacciones químicas dentro de la batería. Como ejemplo destacado, los bomberos de Guipúzcoa implementaron recientemente esta técnica al mantener un coche híbrido bajo agua por 24 horas tras un accidente. Esta acción, lejos de ser una medida improvisada, se basa en estudios previos realizados por equipos europeos, incluidos los bomberos alemanes, quienes han desarrollado contenedores especializados para tal propósito.
La investigación constante es fundamental para avanzar en la resolución de estos problemas. Aunque existen alternativas como mantas ignífugas o robots diseñados para intervenir directamente en las baterías, estas soluciones no han sido completamente eficaces hasta ahora. La necesidad de mayor colaboración entre fabricantes y expertos en emergencias es evidente, ya que solo con datos precisos y recursos adecuados será posible perfeccionar las técnicas de extinción. Es crucial reconocer que cada avance tecnológico debe ir acompañado de mecanismos de seguridad claros para proteger tanto a los profesionales como a los usuarios finales.