La partida de uno de los más grandes escritores peruanos dejó una profunda huella en el corazón de su nación. A pesar de la preparación emocional que implicaba enfrentarse al final inevitable debido a su lucha contra el cáncer, la noticia llegó como un golpe inesperado para todos los que admiraban su obra. En medio del duelo nacional, los ciudadanos encontraron maneras espontáneas de despedirse del autor cuya voluntad fue mantener su ceremonia íntima y privada. Sin embargo, esto no impidió que multitudes se reunieran frente a su residencia en Barranco o acompañaran simbólicamente el traslado de sus restos hacia el Centro Funerario del Ejército.
Los homenajes oficiosos y oficiales marcaron este día de luto nacional. Desde la bandera a media asta en instituciones educativas donde Vargas Llosa forjó parte de su identidad hasta tributos visuales impresionantes como el ofrecido por las fuentes mágicas de Lima, cada gesto reflejó el reconocimiento hacia su contribución literaria y cultural. Las redes sociales también se convirtieron en plataformas para compartir recuerdos personales con el escritor, mostrando cómo trascendió generaciones y espectros políticos. Si bien hubo voces disidentes criticando ciertas posturas políticas adoptadas en sus últimos años, predominó un tono de respeto y gratitud por su vasta trayectoria profesional y compromiso social.
En este contexto de reflexión colectiva, surge una pregunta fundamental planteada por el propio autor: ¿Cuándo se rompió el tejido social peruano? Su legado incluye no solo obras maestras de ficción sino también una invitación constante a pensar críticamente sobre nuestro entorno. Durante su carrera, demostró que la disciplina puede ser tan poderosa como la inspiración y que un intelectual debe participar activamente en debates públicos manteniendo siempre la dignidad del diálogo. Con palabras pronunciadas durante su incorporación a la Academia Francesa, nos dejó un desafío claro: la novela tiene el poder de fortalecer nuestras democracias o perecer junto con ellas. Este mensaje continúa resonando entre quienes creemos en el potencial transformador de la literatura.