La obra literaria de Juan Abreu, particularmente su libro "Debajo de la mesa", explora las profundidades de una La Habana llena de vida pero también marcada por tensiones sociales. A través de sus memorias, el autor retrata un mundo dividido entre jóvenes estilos y actitudes enfrentadas, mientras describe momentos clave como el éxodo del puerto Mariel en 1980. Su narrativa combina descripciones vívidas con reflexiones sobre ética y valores familiares.
Además de ser escritor, Abreu es pintor, aunque considera que su habilidad para escribir supera a la de pintar. Sus recuerdos infantiles reflejan una infancia feliz pero dura, influenciada por figuras parentales fuertes que inculcaron principios claros. También aborda cómo cambió su mundo tras la revolución cubana, destacando la pérdida de ciertos valores educativos y comunitarios.
En este apartado, se analiza cómo Abreu captura la energía vibrante de La Habana durante los carnavales, mostrando divisiones culturales entre diferentes grupos juveniles. Su prosa expresa tanto la alegría como el conflicto inherente en estos eventos masivos.
Los desfiles carnavaleros transformaban La Habana en un escenario dinámico donde dos subculturas juveniles se enfrentaban: los elegantes "pepillos" vestidos con estilo urbano moderno y los más agresivos "guaposos". Este contraste cultural era palpable no solo en la moda sino también en la música ensordecedora y las inevitables peleas que surgían. Abreu describe estas escenas con un realismo crudo que revela tanto la belleza como la brutalidad de estas celebraciones populares. Los detalles sensoriales sobre sudor, alcohol y violencia contribuyen a crear una imagen poderosa de la ciudad en movimiento.
Aquí se discuten las experiencias de Abreu relacionadas con el impacto de la revolución cubana y su posterior salida del país, así como sus pensamientos sobre arte y memoria.
Abreu relata cómo su vida cambió drásticamente tras la llegada de la revolución, especialmente cuando fue testigo de cómo personas cercanas adoptaron roles de vigilancia bajo presión ideológica. Este cambio significativo lo llevó finalmente al exilio a través del puerto Mariel, un viaje que incluía encuentros con individuos marginales y enfermos mentales. En España, encontró dificultades para compartir su perspectiva crítica con amigos de izquierda. Paralelamente, su carrera artística le permitió sobrevivir económicamente mientras continuaba explorando temas personales mediante la escritura, priorizando esta última como medio más íntimo y conectado con su identidad y experiencia vital.