En el corazón del Reino Unido, la memoria de Benny Hill sigue siendo un tema de interés. Este icónico artista, famoso por su estilo humorístico único en las décadas de los 70 y 80, dejó tras de sí una fortuna considerable que generó tanto admiración como controversia. Su repentina muerte en 1992 a los 68 años desencadenó una serie de conflictos sobre cómo debía distribuirse su herencia. Aunque su testamento oficial data de 1961 y favorece a miembros de su familia ya fallecidos, se revelaron versiones posteriores que incluían amigos cercanos y compañeros de trabajo. Sin embargo, debido a cuestiones legales, todo quedó en manos de sus sobrinos.
En el tranquilo barrio de Teddington, al oeste de Londres, Benny Hill vivió una vida austera a pesar de su gran riqueza. En abril de 1992, fue encontrado inesperadamente en su apartamento arrendado después de sufrir un infarto. Según informes, su entorno era humilde: platos sucios y montones de cheques sin cobrar. Su única declaración legal, redactada en 1961, beneficiaba a sus padres y hermanos, quienes habían fallecido antes que él.
Años después, amigos cercanos, como Sue Upton, quien trabajó junto a Hill durante más de una década, afirmaron haber sido mencionados en un testamento posterior. Según ella, Hill prometió dejarles parte de su fortuna. Sin embargo, estos documentos no tenían validez legal, lo que llevó a que toda su herencia fuera repartida entre siete sobrinos y sobrinas, con quienes apenas mantenía contacto.
Hoy en día, algunos de ellos disfrutan de vidas lujosas. Madeleine Sailani reside en una elegante casa costera en Hove, mientras que Jonathan Hill vive en Edimburgo, en una propiedad histórica georgiana. Otros familiares permanecen en Australia, donde residió su hermana Diana.
Desde la perspectiva de un periodista, este caso subraya la importancia de tener un testamento claro y actualizado. La historia de Benny Hill refleja no solo su genialidad artística, sino también la complejidad de sus relaciones personales. Su legado nos recuerda que, aunque el dinero puede ser importante, es la conexión humana lo que realmente perdura.