Las recientes investigaciones médicas han arrojado luz sobre un preocupante efecto de las intensas olas de calor: el aumento significativo de casos de accidentes cerebrovasculares isquémicos y episodios de insuficiencia renal aguda, especialmente entre la población menor de 65 años. Este descubrimiento contradice la percepción habitual de que solo los grupos de edad avanzada son los más vulnerables a las altas temperaturas, subrayando la importancia de la concienciación y la prevención para todos los segmentos de la sociedad. La alteración de la viscosidad sanguínea y la redistribución del flujo sanguíneo, junto con la deshidratación, son factores clave que contribuyen a estos problemas de salud. Los especialistas insisten en la necesidad de extremar las precauciones, mantenerse hidratado y, para pacientes con afecciones preexistentes como la hipertensión, revisar la medicación con profesionales de la salud.
Un exhaustivo estudio español, llevado a cabo en el Hospital Universitario Son Espases de Mallorca y publicado en la revista International Archives of Occupational and Environmental Health, ha desvelado que las épocas de calor extremo no solo aumentan las visitas a urgencias por insolaciones, sino que también elevan drásticamente el riesgo de ictus isquémicos y fallos renales agudos en individuos por debajo de los 65 años. Esta investigación analizó datos de urgencias hospitalarias durante seis olas de calor registradas entre 2005 y 2021.
La Dra. María Villalonga, médica internista y coautora del estudio, expresó su sorpresa ante los hallazgos: “Estábamos convencidos de que los ingresos serían predominantemente en pacientes mayores de 65 años por su fragilidad, pero para nuestra sorpresa, los que más acudían eran los jóvenes”. La explicación radica en que el calor intenso modifica la composición sanguínea, volviéndola más espesa y concentrada, lo que propicia la formación de coágulos. Además, el cuerpo humano, en su intento por disipar el calor, redistribuye el flujo sanguíneo hacia la piel, reduciendo la irrigación cerebral y renal. Este proceso, sumado a la pérdida de agua y electrolitos a través del sudor, compromete la función de órganos vitales y puede desencadenar eventos cerebrovasculares o insuficiencia renal aguda.
El Dr. Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, enfatiza la importancia de evitar la exposición prolongada al calor y mantenerse hidratado. Asimismo, hace un llamado especial a los pacientes hipertensos, quienes, debido a la medicación para controlar la presión arterial, podrían experimentar una bajada excesiva de esta durante las épocas cálidas. Aconseja monitorear la tensión arterial y, en caso de síntomas de hipotensión como fatiga o mareos, consultar a un médico para un posible ajuste de la dosis, siempre bajo supervisión profesional.
Este revelador estudio nos insta a reevaluar nuestra percepción sobre los riesgos asociados a las olas de calor. Ya no es solo una cuestión de golpes de calor o de protección para los más vulnerables, sino una alerta global sobre los efectos sistémicos del aumento de las temperaturas en la salud humana, afectando incluso a segmentos de la población que se consideraban menos susceptibles. La conciencia pública sobre la importancia de la hidratación constante, la evitación de la exposición directa al sol en horas pico y la atención a síntomas inusuales se vuelve más crítica que nunca. Como sociedad, debemos adaptar nuestras rutinas y políticas de salud pública para enfrentar los desafíos que impone el cambio climático, protegiendo a todos por igual y garantizando el bienestar en un futuro con temperaturas crecientes.