Tras una prolongada deliberación, el consejo de seguridad de Israel ha ratificado la propuesta del primer ministro Benjamín Netanyahu para asumir el dominio de la ciudad de Gaza. Esta medida representa una intensificación de las operaciones militares en el enclave palestino, con el objetivo primordial de erradicar a Hamás. La estrategia delineada por Netanyahu prevé el control castrense israelí sobre la totalidad de la Franja de Gaza, seguido por la delegación de la administración a entidades árabes, descartando tanto a Hamás como a la Autoridad Palestina. Sin embargo, esta determinación no ha estado exenta de controversia; el propio jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, había sugerido incursiones focalizadas en lugar de una ocupación total, argumentando que esta última podría poner en riesgo la vida de los rehenes y aumentar las bajas militares. Además, miles de ciudadanos israelíes se manifestaron en Jerusalén y Tel Aviv, expresando su inquietud por la posible escalada bélica y sus consecuencias para los cautivos aún en poder de Hamás y la Yihad Islámica.

El plan aprobado no solo abarca el control territorial, sino que también establece cinco condiciones fundamentales para el cese de las hostilidades: el desarme completo de Hamás, el retorno de todos los secuestrados, la desmilitarización de Gaza, el mantenimiento de la supervisión de seguridad israelí y el establecimiento de una administración civil alternativa. Netanyahu ha reiterado su convicción de que la ocupación es la vía necesaria para subyugar a Hamás y garantizar la seguridad de Israel, a pesar de las críticas internas que advierten sobre los peligros inherentes a una expansión prolongada del conflicto y el posible deterioro de la ya crítica situación humanitaria en la región. La comunidad internacional, incluyendo a la ONU, el Reino Unido y Francia, ha expresado su profunda inquietud, alertando sobre las posibles repercusiones devastadoras para los habitantes de Gaza y la necesidad de una solución que priorice la protección de vidas inocentes.

Este escenario de creciente tensión subraya la complejidad del conflicto y la urgencia de encontrar caminos hacia la paz. La postura firme del gobierno israelí, respaldada en parte por Estados Unidos, contrasta con la advertencia de Hamás de que cualquier intento de ampliar los ataques tendrá un costo elevado. En medio de estas posiciones divergentes, la incertidumbre sobre el futuro de los rehenes y la población civil de Gaza persiste. La esperanza de una resolución pacífica y el retorno a la normalidad en la región dependen de la capacidad de las partes para dialogar, comprometerse y buscar soluciones que prioricen la dignidad humana y el respeto a la vida, trascendiendo los intereses partidistas y la confrontación.