Nía Suardíaz, originaria de Tarifa, ha irrumpido en la escena del wingfoil como un auténtico fenómeno. Con apenas 16 años, esta joven deportista ha reescrito las expectativas, alcanzando la cima mundial de la disciplina en un tiempo sorprendentemente corto. Su historia desafía la noción de que el dominio en un deporte requiere décadas de preparación; Nía, quien se inició en el wingfoil con 14 años por influencia de una amiga, ya poseía una base sólida en deportes acuáticos al haber practicado windsurf desde los cuatro años, una pasión heredada de sus padres. Este rápido ascenso la ha llevado a conquistar siete títulos mundiales en diversas modalidades del wingfoil, incluyendo freestyle, slalom, big air, racing y, más recientemente, olas, consolidando su estatus como una de las figuras más destacadas de este deporte.
La mentalidad de campeona de Nía se complementa con un amor incondicional por el mar, aunque curiosamente, su relación con el viento es puramente funcional: lo aprecia únicamente cuando está en el agua. A pesar de su apretada agenda de competiciones y viajes, que la mantienen lejos de su hogar en Tarifa, Nía valora profundamente cada experiencia y las conexiones que establece en el ámbito deportivo. Su éxito ha transformado su vida, llevándola de aprender con material prestado a ser patrocinada por una marca líder como Duotone. Aunque el wingfoil es su foco principal, la atleta no descarta explorar otras disciplinas como el kitesurf en el futuro, mostrando una curiosidad insaciable por los deportes de viento y agua, a pesar de las precauciones de su madre.
La trayectoria de Nía no solo es un testimonio de su talento individual, sino que también destaca la creciente, aunque aún minoritaria, presencia femenina en el wingfoil. Si bien en las categorías masculinas el número de competidores es mayor, el freestyle femenino, con casi 30 participantes, comienza a cerrar la brecha. Junto a su hermano Leo, también competidor mundial, Nía es un ejemplo inspirador de dedicación y excelencia, y su padre subraya su técnica excepcional, su concentración bajo presión y su versatilidad como pilares de su éxito. La historia de Nía Suardíaz es un faro de inspiración, demostrando que con pasión, dedicación y el apoyo adecuado, los sueños más ambiciosos pueden hacerse realidad, invitando a otros a perseguir sus propias metas con valentía y determinación, sin importar la edad o los desafíos.