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Reflexiones sobre la Responsabilidad en la Comunicación ante Tragedias
2025-04-11

El 7 de abril de 2025 marcó un antes y un después para el icónico lugar conocido como Jet Set. Un referente de disfrute hasta ese día, rápidamente se convirtió en sinónimo de tragedia. Este suceso trágico no solo dejó víctimas físicas, sino que también expuso las grietas éticas en la manera en que los medios y las redes sociales abordan eventos de esta magnitud. En medio del caos y la angustia colectiva, emergieron tanto actos heroicos como comportamientos cuestionables por parte de quienes informaban o compartían contenido sobre la situación.

En un contexto donde la desolación se mezcla con la incertidumbre, muchos ciudadanos mostraron solidaridad: donaciones de sangre, oraciones compartidas y voluntarios comprometidos formaron parte de una respuesta humanitaria admirable. Sin embargo, paralelamente surgió un fenómeno oscuro: el uso irresponsable de imágenes sensibles, especulaciones sin fundamento y la búsqueda desmedida de primicias. Esta dualidad plantea una pregunta crucial: ¿qué significa comunicar con responsabilidad y empatía en una era dominada por las redes sociales?

Ante situaciones de crisis, es imperativo reflexionar sobre el impacto emocional que provocan ciertas prácticas comunicativas. Publicar imágenes de personas atrapadas entre escombros o compartir audios desesperados sin considerar sus implicaciones puede ser profundamente deshumanizante. Tales acciones transforman el sufrimiento humano en mercancía emocional, ignorando la dignidad y el dolor de los involucrados.

Los profesionales de la comunicación tienen una carga moral adicional. No basta simplemente con informar; se trata de formar conciencia y crear sentido colectivo. Saber cuándo callar, cómo narrar y por qué contar una historia son habilidades fundamentales que definen al verdadero comunicador. La responsabilidad no recae únicamente en los periodistas, sino también en el público general, que ahora tiene acceso a herramientas poderosas para emitir información.

Es necesario recordar principios básicos como la regla de oro: no hacer al otro lo que no deseamos para nosotros mismos. Imaginarse en el lugar de una víctima puede transformar la forma en que compartimos información. Ante tragedias como la de Jet Set, es vital promover una cultura de empatía y reflexión antes de actuar.

La humanización de la información debe ser prioridad. Dignificar a las víctimas y crear sentido en común son tareas esenciales en estos momentos críticos. Al expresarnos responsablemente, podemos contribuir a sanar heridas en lugar de profundizarlas. El camino hacia una comunicación más consciente comienza con cada uno de nosotros.

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