La figura de Viriato, el legendario pastor lusitano, resonaba en las aulas gallegas hace casi setenta años, inspirando un sentido de orgullo local. Aunque las raíces históricas sitúan a Viriato en otras geografías, para Roberto Mariño Fernández, más conocido como Verino, la conexión con Verín es innegable. Este diseñador, que irrumpió en el escenario parisino en los años 80, optó por regresar a su tierra natal, Verín, en la frontera con Portugal, para edificar un capítulo singular en la historia de la moda española, impulsado por una profunda creencia en el valor de lo propio.
Cuarenta años después de iniciar su andadura, Roberto Verino fue honrado con el prestigioso Premio de Honor de la Academia de la Moda Española, un galardón que, para él, adquiere un significado especial al provenir de sus propios colegas. Verino, cofundador de la organización ACME, lamenta el arraigado desprecio por lo nacional, una tendencia que él atribuye a la falta de orgullo y a una visión distorsionada de la propia historia. Aunque reconoce el poder unificador del fútbol y de figuras deportivas como Nadal o Alcaraz, insiste en la necesidad de reivindicar y valorar la identidad española en todos los ámbitos.
En un mundo saturado de microtendencias y un consumismo acelerado, Verino defiende una visión de la moda que trasciende lo efímero. Para él, el verdadero lujo y la sostenibilidad residen en la longevidad de las prendas, la posibilidad de que perduren por décadas y se transmitan de generación en generación. Critica la hipocresía de una industria que, bajo el velo de la sostenibilidad, promueve productos sintéticos derivados del petróleo y fomenta el \"usar y tirar\". Verino aboga por un consumo consciente, valorando el oficio y asegurando salarios dignos para quienes participan en el ciclo de producción.
Verino enfatiza la importancia de la autenticidad en la forma de vestir, desaconsejando el \"disfrazarse\" con prendas que no reflejan la esencia de la persona. Para él, la vestimenta debe ser una extensión del ser interior, coherente con la identidad individual. Argumenta que la moda debería empoderar, no esclavizar. La elección de prendas debe buscar la comodidad y la seguridad, permitiendo a la mujer sentirse capaz y resguardada, tanto en el ámbito profesional como en el personal, adaptándose a las exigencias de la vida moderna sin sacrificar el estilo.
El \"traje Verino\" se ha convertido en un símbolo de empoderamiento femenino, concebido para que las mujeres ocupen el espacio que merecen. Coincidiendo con la creciente independencia económica de las mujeres, este diseño clásico e impecable ha proporcionado una silueta que iguala y realza la figura femenina en el ámbito profesional. Verino cree firmemente en la sencillez y la durabilidad de las prendas, evitando lo extravagante y apostando por la excelencia en los materiales, el corte y el acabado. Su compromiso es ofrecer soluciones que refuercen la confianza de sus clientas, permitiéndoles afrontar el día a día con estilo y seguridad.
El éxito de Verino se entrelaza con el espíritu emprendedor de Galicia, una región que, a pesar de las limitaciones geográficas, ha dado origen a grandes nombres en la moda. A sus ochenta años, Verino no solo continúa su legado en el diseño, sino que también ha incursionado en la viticultura, estableciendo una bodega en su tierra natal. Este nuevo proyecto es una extensión de su filosofía: demostrar que la excelencia es posible y que la identidad de un lugar puede ser defendida a través de la calidad. Para Verino, el trabajo es una fuente de felicidad y un \"hobby remunerado\", un disfrute que le permite seguir haciendo felices a muchas personas.