El enfrentamiento entre el Alavés y el Atlético de Madrid resultó ser un encuentro equilibrado, marcado por la falta de ocasiones claras. Aunque ambos equipos mostraron momentos de intensidad en el mediocampo, la creatividad escaseó durante los 90 minutos. Con un empate a cero como resultado final, destacaron únicamente algunos jugadores que intentaron romper con la monotonía táctica.
En la segunda mitad, el ritmo del partido aumentó ligeramente, aunque sin lograr grandes emociones. Las decisiones estratégicas de ambos entrenadores no consiguieron alterar significativamente el desarrollo del juego, dejando una sensación de igualdad constante entre los contendientes.
La primera parte del partido estuvo dominada por un fuerte control táctico desde el centro del campo. Ambos equipos priorizaron la seguridad defensiva frente al ataque arriesgado, lo que generó pocas oportunidades reales de gol. Los duelos cuerpo a cuerpo superaron con creces las jugadas ofensivas fluidas.
Los protagonistas destacados fueron De Paul y Griezmann, quienes buscaron desequilibrar mediante conducciones y pases más incisivos. No obstante, el argentino a veces asumió riesgos innecesarios ante una férrea presión babazorra. Por su parte, el técnico del Atlético vivió con frustración cada pérdida de posesión cerca de su propia portería. Este enfoque cauteloso reflejó la importancia de sumar puntos para ambos clubes: el Alavés pelea por la permanencia, mientras que el Atlético busca consolidarse en posiciones europeas.
El primer tiempo también sufrió una pausa inesperada debido a un incidente médico en las gradas, momento que aprovecharon los técnicos para ajustar estrategias. Si bien Simeone se mostró particularmente enérgico en sus indicaciones, esto no derivó en cambios significativos en el desarrollo del partido. Giuliano, jugador clave del Alavés, continuó siendo el único que imprimía velocidad diferente al juego colectivo, demostrando una motivación constante independientemente del contexto del partido.
Conforme avanzaba el segundo tiempo, las emociones comenzaron a surgir tímidamente. Un cambio de estrategia por parte de Simeone introdujo algo más de dinamismo en el ataque rojiblanco, pero sin éxito definitivo. El partido concluyó con una cierta desorganización en ambos bandos, aunque ninguna de las ocasiones finales fue capitalizada.
En los últimos minutos, el Atlético de Madrid encontró su mejor ocasión gracias a una diagonal ejecutada por un jugador brasileño, culminando en un despeje crucial de Guevara. Poco después, Kike García respondió con una maniobra rápida que obligó a Oblak a intervenir con precisión. La respuesta llegó rápidamente con otra intervención notable de Sivera, quien evitó el gol tras un remate de Lenglet.
El desenlace final evidenció el cansancio acumulado y errores individuales que pudieron haber cambiado el rumbo del partido. Kike García, siempre peligroso para el Alavés, estuvo cerca de marcar, pero Oblak volvió a brillar. Del otro lado, Correa desperdició una clara oportunidad al dormirse en su definición, permitiendo la intervención de Tenaglia. En resumen, el espectador quedó con la impresión de un duelo predecible y poco emocionante, donde el empate parecía ser el destino inevitable.