La historia de la venta de Alaska a Estados Unidos en 1867 es bien conocida, una transacción que representó una ganga colosal para Washington, especialmente tras el descubrimiento de vastos recursos naturales como oro, petróleo y gas. Sin embargo, antes de que el zar Alejandro II concretara el acuerdo con Estados Unidos, existió una propuesta menos difundida, pero igualmente intrigante: la oferta de este inmenso territorio a un soberano europeo inesperado, el príncipe Juan II de Liechtenstein. Este episodio, que podría parecer una anécdota, es un hecho verídico confirmado por el actual príncipe Hans Adam II, revelando una fascinante página en la historia de las negociaciones territoriales.
\nLa idea de que el diminuto principado de Liechtenstein, con apenas 160 kilómetros cuadrados, pudiera haber gobernado un territorio casi 11.000 veces mayor y a 8.700 kilómetros de distancia, parece casi descabellada. No existen documentos escritos que detallen esta oferta, lo que sugiere que pudo haber sido una propuesta verbal o que los registros se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial. La principal razón por la que Juan II habría rechazado la oferta, a pesar de su solvencia económica, radicaba en la percepción de que Alaska solo ofrecía el negocio de las pieles de nutria, algo de poco interés para Liechtenstein. Además, las dificultades logísticas y estratégicas para defender una colonia tan remota y vasta de otras potencias, como Gran Bretaña, que ya controlaba Canadá, hacían la propuesta poco atractiva. La necesidad imperante del zar de vender Alaska surgió tras la derrota rusa en la Guerra de Crimea en 1856, que dejó las arcas del imperio zarista en una situación precaria.
\nEste suceso histórico nos invita a reflexionar sobre cómo las decisiones y las oportunidades perdidas pueden cambiar drásticamente el curso de la historia. ¿Qué habría sido de Alaska bajo la administración de Liechtenstein? ¿Hablaríamos hoy alemán en sus vastas extensiones? La venta final a Estados Unidos, concretada en apenas cinco meses por 7.2 millones de dólares, fue ratificada por el presidente Andrew Johnson, marcando un hito en la expansión estadounidense. La curiosa oferta al príncipe de Liechtenstein subraya la contingencia de los eventos históricos y la fortuna de las decisiones tomadas, dejando un legado que sigue fascinando e impulsando a explorar los 'qué pasaría si' en la construcción de nuestro mundo.