El prestigioso Masters 1000 de Montreal fue testigo de una revelación inesperada: Victoria Mboko, una talentosa jugadora que, contra todo pronóstico, se abrió paso hasta la gran final. Su recorrido fue notable, dejando en el camino a figuras de la talla de Coco Gauff, actual campeona de Roland Garros y segunda en el ranking mundial. La joven canadiense, con raíces en la República del Congo, de donde sus padres huyeron del régimen de Mobutu Sese Seko, también superó a la española Jessica Bouzas en cuartos de final y a Elena Rybakina en semifinales, en un emocionante partido que culminó con un marcador de 1-6, 7-5 y 7-6(4). Con tan solo 18 años y habiendo iniciado la temporada en el puesto 333, Mboko obtuvo una invitación para el cuadro principal y demostró su valía, enfrentándose en la final a la japonesa Naomi Osaka, quien previamente había derrotado a Clara Tauson por 6-2 y 7-6(7).
La actuación de Mboko en Montreal no solo es un logro personal, sino un hito para el tenis canadiense. Se convirtió en la segunda jugadora local en alcanzar las semifinales del torneo desde 1970, siguiendo los pasos de Bianca Andreescu en 2019. Además, es la tenista más joven en la era profesional en llegar a las últimas cuatro instancias de este evento. Su surgimiento coincide con el retiro de su compatriota Eugenie Bouchard, quien a los 31 años jugó su último partido. Aunque Bouchard, finalista de Wimbledon en 2014, no cumplió con las altas expectativas de su carrera, el caso de Mboko, con su imponente físico, potente golpe de derecha y revés, movilidad y ambición, sugiere que podría forjar una trayectoria diferente y exitosa en un circuito cada vez más competitivo.
Los padres de Victoria, Cyprien Mboko y Godee Kitadi, se establecieron inicialmente en Charlotte, Carolina del Norte, donde Victoria nació el 26 de agosto de 2006. Poco después, la familia se trasladó a Toronto en busca de nuevas oportunidades y afrontando grandes desafíos. En Burlington, Ontario, Victoria comenzó su formación en la academia de Pierre Lamarche. La historia de sus padres, quienes vinieron a Canadá buscando una vida mejor y trabajaron incansablemente para darles a sus hijos un futuro, es un testimonio de sacrificio y perseverancia que ha moldeado la determinación de Victoria.
Pierre Lamarche, reconocido entrenador canadiense, destacó la importancia del origen de Mboko y el esfuerzo de su familia. En declaraciones de mayo pasado, cuando Victoria llegó a la tercera ronda de Roland Garros desde la fase previa, Lamarche expresó su admiración por las familias inmigrantes que se esfuerzan por integrarse en la sociedad canadiense. Subrayó que los padres de Mboko vinieron sin nada, con el padre trabajando de noche y la madre en diversos empleos, para asegurar un futuro próspero para sus hijos. Lamarche afirmó que Canadá debería sentirse orgulloso de esta familia, reconociendo el valor y la contribución de quienes buscan una nueva vida con determinación y esperanza.
La protagonista de este WTA 1000 de Montreal ha forjado un notable camino en su desarrollo. A los 14 años, ganó su primer torneo ITF en Serbia, y dos años después, disputó la final del prestigioso Orange Bowl. En 2022, finalizó en el sexto puesto en la categoría júnior. Esta misma temporada, acumuló una impresionante racha de 22 victorias consecutivas en torneos de menor rango. Actualmente, bajo la tutela de la ex finalista de Wimbledon Nathalie Tauziat, Mboko no olvida los sacrificios de su padre para permitirle perseguir su sueño en el tenis. Su entrada al torneo con el dorsal 85 y su destacada actuación le han asegurado un lugar en el top 50 del mundo al finalizar la competición, independientemente del resultado de la final.
La trayectoria de Victoria Mboko se suma a la de otras jóvenes promesas en el circuito. Alexandra Eala, semifinalista en el WTA 1000 de Miami tras vencer a Iga Swiatek y actualmente número 65 del mundo, y Leylah Fernández, nacida en Montreal y finalista del US Open a los 19 años (hoy 24ª), son ejemplos claros. Emma Raducanu, británica nacida en Toronto y campeona del US Open a los 18, lucha por estabilizarse en el circuito tras problemas para manejar el éxito. Sin embargo, el ejemplo más sólido e inspirador es el de Mirra Andreeva, pupila de Conchita Martínez, quien a sus 18 años ya cuenta con tres títulos, incluyendo Indian Wells y Dubái esta temporada, y ocupa el quinto puesto en el ranking mundial. Estos casos demuestran que el tenis femenino está en una etapa de renovación con talentos excepcionales emergiendo constantemente.