La característica principal del paso del Gran Canal es que está hecho de acero y cristal, lo que lo hace distintivo. Sin embargo, estos peldaños de vidrio se han convertido en un problema, ya que se congelan con el frío sin posibilidad de esparcir sal, obligando a interrumpir el tráfico. Se han probado varias soluciones, como colocar material antideslizante en los cristales o tiras antideslizantes en cada escalón, pero ninguno ha sido satisfactorio. La última idea es quitar el cristal.
El Ayuntamiento ha decidido recurrir a la empresa privada H&A asociati para elaborar los proyectos técnico-económicos de viabilidad y ejecutivos. Esta empresa dispone de noventa días desde la firma del contrato para el proyecto de viabilidad y otros sesenta para el ejecutivo. Se calcula que se gastarán 4.200 euros en cada uno de los pasos de cristal, lo que suma casi 1,2 millones. Se necesitarán otros 85.000 euros para las carcasas, casi 37.000 para el mantenimiento de la estructura metálica y más los costes de seguridad, lo que eleva el gasto estimado a 1,4 millones de euros.
El modelo que se considera para el reemplazo es el del cercano puente Papadopoli o el Ponte della Paglia en la plaza de San Marcos, donde hay mini rampas para las personas con movilidad reducida. Esto brinda la oportunidad de mejorar la accesibilidad del puente, como la construcción de rampas de conexión entre los escalones.
El objetivo de la intervención es sustituir todos los peldaños de vidrio por otro material pétreo, sintético o natural que sea compatible con las elecciones arquitectónicas y de uso. Para ello, es imprescindible que el nuevo material garantice "unas adecuadas prestaciones antideslizantes". Esto es un trabajo bastante complejo, ya que hay 284 elementos que necesitan ser reemplazados.
El Puente de la Constitución de Venecia nació con polémica. Diseñado en 1999 por Calatrava, las obras comenzaron en 2003 y deberían haber concluido un año y medio después, con un coste de 6,7 millones. En cambio, se necesitaron seis años y 11,3 millones, más otros 1,8 millones para el teleférico de accesibilidad para discapacitados. Desde el principio, los proyectos, los gastos y los plazos de construcción y mantenimiento fueron motivo de protesta por parte de la oposición.
A pesar de que la polémica sobre el puente en sí se ha desvanecido con el tiempo, la controversia sobre los peldaños resbaladizos sigue presente. Hace más de quince años, se barajaron varias hipótesis, pero ninguna se llevó a cabo. Ahora, finalmente, se tomará la decisión de reemplazar los paneles de cristal.