Las autoridades sanitarias gallegas han emitido una advertencia urgente a los profesionales de la atención primaria debido al incremento continuo en el consumo de antibióticos. Según el informe más reciente de la Dirección General de Salud Pública, el uso de estos medicamentos alcanzó 24,04 dosis diarias por cada mil habitantes en 2023, un aumento significativo respecto a los 22,38 registrados en 2022. Este fenómeno plantea serias preocupaciones sobre la resistencia antimicrobiana y la necesidad de adoptar medidas preventivas.
El estudio revela que Galicia supera tanto la media nacional como la europea en el consumo de antibióticos. Los expertos atribuyen este comportamiento a factores como el exceso de prescripciones en ciertos grupos etarios y la preferencia por compuestos específicos. La amoxicilina-clavulánico lidera el ranking con un 29,2% del total, seguida de otras variantes como fluoroquinolonas y cefalosporinas de tercera generación.
La Consellería de Sanidade ha hecho un llamado especial para reducir la prescripción de estos fármacos, especialmente entre los más pequeños. Los datos muestran que el incremento se concentra principalmente en el grupo de penicilinas, utilizado frecuentemente para tratar patologías comunes en niños de cinco a nueve años. Esta tendencia se vincula directamente con un aumento en las infecciones por estreptococos durante el último año.
El informe también destaca diferencias notables entre las áreas sanitarias, con Ourense encabezando la lista con una tasa de consumo de 19,34 dosis por mil habitantes. Ferrol y Vigo siguen de cerca, mientras que la media autonómica se sitúa en 17,14. Estas variaciones sugieren la necesidad de implementar estrategias personalizadas en cada región para abordar el problema de manera efectiva.
Los resultados del estudio subrayan la importancia de una mayor concienciación y educación tanto entre profesionales médicos como pacientes. El objetivo es revertir esta tendencia y garantizar un uso responsable de los antibióticos, preservando su eficacia para futuras generaciones. Las autoridades enfatizan que el cambio debe comenzar desde la base, promoviendo prácticas más sostenibles en la prescripción y el consumo de estos medicamentos vitales.