La reciente controversia en Jumilla, donde se vetaron las celebraciones musulmanas en instalaciones públicas, ha sido un punto de inflexión para Santiago Abascal. El líder de Vox ha enmarcado este suceso como un éxito en la protección de los espacios colectivos ante prácticas que, a su juicio, difieren de la cultura y el modo de vida españoles. En sus redes sociales, Abascal enfatizó que \"España no es Al Ándalus\", articulando su discurso en contra de lo que considera una ideología totalitaria disfrazada de religión.
Abascal ha reiterado el deseo de su partido de que las calles del país sigan reflejando la esencia española. Desde su perspectiva, la afluencia de musulmanes a España constituye una \"invasión\" que amenaza la identidad nacional. El líder de Vox subraya la importancia de mantener las costumbres y tradiciones propias, extendiendo su postura migratoria no solo a la deportación de aquellos en situación irregular o con antecedentes delictivos, sino también a quienes, según él, no se integran en las costumbres españolas.
El líder de Vox ha sido enfático al argumentar que cualquier individuo que llegue a España debe hacerlo con la firme disposición de asimilar la cultura y las costumbres locales. Bajo este precepto, Abascal sostiene que aquellos que profesan el islam deberían renunciar explícitamente a imponer su fe, a la que él califica de \"ideologías y leyes totalitarias\". Aunque Abascal reconoce el derecho de cualquier persona a practicar su religión, condiciona este derecho a la renuncia de lo que él percibe como imposiciones culturales.
Vox argumenta que ciertas prácticas islámicas son incompatibles con la legislación española, citando percepciones sobre el estatus de la mujer y la persecución de la homosexualidad dentro de esta religión. Abascal ha manifestado que el avance del islamismo implica un retroceso de las libertades, la denigración de la mujer y la opresión de minorías. El líder de Vox ve en el islamismo no una cuestión de libertad religiosa, sino una ideología extremista que impone leyes y valores contrarios a la cultura española y la aconfesionalidad del Estado.
Abascal ha expresado el deseo de su partido de replicar la prohibición de Jumilla en otros municipios españoles donde Vox tenga influencia. Además, ha recordado la demanda de prohibir el velo islámico en instituciones públicas, viéndolo como un símbolo de sumisión femenina. El presidente de Vox califica estas posturas como \"sentido común\", desafiando a quienes critican estas medidas, incluyendo a partidos de izquierda y a la Iglesia, y afirmando que millones de españoles comparten su hartazgo ante lo que considera una \"invasión\" promovida por el PP y el PSOE.