La resolución del Tribunal Supremo, que valida la imputación de Álvaro García Ortiz, Fiscal General del Estado, por una supuesta divulgación de información confidencial relacionada con el novio de la presidenta madrileña, no ha mermado el respaldo del Ejecutivo. Desde el Palacio de La Moncloa, se reitera la plena confianza en García Ortiz y en su inocencia, descartando cualquier planteamiento de su renuncia. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha enfatizado este apoyo desde Mallorca, tras su encuentro veraniego con el Rey, consolidando la postura oficial.
En contraste con la postura monolítica de La Moncloa, la ministra de Defensa, Margarita Robles, si bien defiende la presunción de inocencia, ha introducido un elemento diferenciador: la decisión de renunciar corresponde exclusivamente al Fiscal General. Robles ha señalado que la legislación no estipula explícitamente la dimisión en este tipo de circunstancias, lo que convierte la determinación en un asunto de índole personal. Este enfoque traslada la responsabilidad a García Ortiz, quien debe sopesar las implicaciones para la integridad de la institución.
El Gobierno mantiene su “absoluto respaldo” a García Ortiz, expresando “confianza” en su labor. Se interpreta que la filtración de información no provino directamente del Fiscal General, sino de testimonios de periodistas. En La Moncloa, la convicción de que este proceso judicial era inevitable ha estado presente desde el inicio, a pesar de las críticas públicas a la actuación judicial, bajo la premisa de que “desmentir un bulo no es un delito”. Incluso, se ha insinuado la posibilidad de prevaricación judicial, aunque sin pronunciar explícitamente el término.
La ministra de Defensa subraya la importancia de respetar la labor del Tribunal Supremo y reafirma la inocencia de García Ortiz hasta que una sentencia firme demuestre lo contrario. No obstante, al abordar la cuestión de una posible dimisión una vez sentado en el banquillo, Robles insiste en que es una “cuestión personal” del Fiscal General, quien debe actuar de la manera más conveniente para salvaguardar la institución. Esta postura resalta la complejidad de las responsabilidades individuales dentro del ámbito público.
Desde el estallido del caso, la estrategia del Gobierno, liderada por Pedro Sánchez, ha sido un blindaje total en torno a García Ortiz, a quien se le ha expresado públicamente la “confianza del Gobierno en su fiscal general”. A pesar de que el Fiscal General es propuesto por el Gobierno, se enfatiza su independencia y la imposibilidad de recibir directrices del Ejecutivo. Ministros como Elma Saiz y Ángel Víctor Torres han reiterado este apoyo, argumentando que la persecución de delitos fiscales no debe equipararse con la presunta evasión, y que se defiende la actuación del Fiscal General en pro de la verdad.
La confirmación de que García Ortiz se enfrenta a un juicio ha acentuado la preocupación en las filas socialistas sobre cómo los asuntos judiciales o las investigaciones policiales pueden eclipsar la acción de gobierno. En este contexto, La Moncloa ha procurado desviar la atención hacia la cogobernanza y la asignación de recursos a las comunidades autónomas. Se han aprobado importantes partidas destinadas a educación, eficiencia energética y programas sociales, junto con un incremento en los permisos de maternidad y paternidad, buscando reafirmar el compromiso del Ejecutivo con las necesidades y el bienestar de la sociedad.