Convertirse en madre desata un torbellino de emociones, como ha expresado Isa Pantoja tras el nacimiento de su segundo hijo. Apenas una semana después de dar a luz a Cairo, la influencer compartió la intensidad de su postparto, admitiendo que nunca anticipó tal experiencia. La maternidad, en un instante, puede llevar del regocijo a la melancolía. Ella misma ha confesado sentir una felicidad inmensa, pero también momentos de desánimo al recordar su embarazo. Este vaivén emocional, donde la risa y el llanto se alternan en cuestión de minutos, es una constante para muchas mujeres.
La matrona Silvia Molina, directora de Espai Mares, un centro especializado en maternidad en Girona, enfatiza la magnitud del cambio que experimenta una mujer después del parto. Según Molina, el nacimiento de un hijo provoca la mayor transformación vital en la mujer. A partir de ese momento, su rol, su cuerpo, su mente y sus prioridades se redefinen por completo. No es infrecuente que esta avalancha de cambios provoque sentimientos de desbordamiento, haciendo que la nueva madre se sienta abrumada por la responsabilidad y las nuevas demandas de su vida.
Después de la experiencia del parto, la mujer nunca vuelve a ser la misma. Silvia Molina explica que durante el postparto, la madre y el hijo establecen una profunda fusión emocional, vital para la supervivencia de ambos. Cuanto más estrecha sea esta conexión, más fluida resultará la travesía postparto. Esta transformación va más allá de la tradicional cuarentena, extendiéndose hasta que el niño adquiere mayor independencia. Cada mujer vivirá este proceso de forma única, y el respaldo de su entorno, tanto personal como profesional y social, es crucial para su adaptación y para validar el invaluable trabajo que realizan las madres.
La pareja de la madre juega un papel fundamental en este proceso, asumiendo la corresponsabilidad en el cuidado del bebé y de la madre. La matrona recalca que el compañero debe ser un pilar de apoyo, creando un ambiente seguro y amoroso donde la mujer se sienta respaldada y libre de juicios. Esto implica encargarse de las tareas domésticas para que la madre pueda dedicarse al descanso y al bebé, además de participar activamente en el cuidado del niño, como el baño, para fortalecer el vínculo y ofrecerle momentos de respiro. La comunicación honesta y abierta es vital para evitar malentendidos, así como manejar las visitas y los comentarios externos.
El \"baby blues\" es una fase normal de adaptación postparto que suele durar unas dos semanas, caracterizada por irritabilidad, llanto fácil y la sensación de no poder con todo. Sin embargo, es crucial diferenciarlo de la depresión postparto, una condición médica seria. Esta última, que puede manifestarse hasta un año después del parto, o incluso más allá, incluye tristeza profunda, ansiedad, sentimientos negativos hacia el bebé e incapacidad para cuidarse a sí misma o al recién nacido. Es imperativo buscar ayuda médica de inmediato si la madre experimenta síntomas como intensa tristeza, culpa, desinterés, preocupación extrema, dificultad para vincularse con el bebé, trastornos alimentarios, alteraciones del sueño o pensamientos de autolesión o daño al bebé. El apoyo profesional es esencial en estos casos.