Desde las civilizaciones antiguas de Egipto, Grecia y Roma hasta la actualidad, el regaliz ha sido valorado no solo por su distintivo dulzor, sino por sus excepcionales virtudes terapéuticas. Esta fascinante planta perenne, originaria del sur de Europa y Asia, alberga en su raíz una potente sustancia, la glicirricina, que le confiere tanto su sabor característico como sus notables propiedades. A pesar de su amplio abanico de beneficios, es esencial conocer sus limitaciones y precauciones para un consumo seguro y efectivo, especialmente al prepararlo como infusión, una de las formas más tradicionales de aprovechar sus bondades.
El regaliz, científicamente conocido como Glycyrrhiza glabra y popularmente llamado \"palo dulce\" o \"raíz dulce\", ha cautivado a diversas culturas a lo largo de los siglos. Su raíz es un verdadero almacén de nutrientes, conteniendo, además de la glicirricina, vitaminas como la C y la B1, y una rica variedad de minerales como calcio, magnesio, potasio, fósforo, hierro, sodio, cromo y cobalto, junto con flavonoides y proteínas. Esta composición le otorga propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, digestivas, antimicrobianas, antivirales y antitusivas, convirtiéndolo en un aliado versátil para la salud.
Entre los beneficios más destacados del regaliz se encuentra su capacidad para regular la presión arterial, favorecer la protección gástrica mediante la formación de una película sobre las mucosas, y combatir bacterias, fortaleciendo así el sistema inmunológico y aliviando la tos seca. Además, su intenso sabor y propiedades antibacterianas lo hacen un remedio natural eficaz contra el mal aliento, y su contenido de fitoestrógenos puede ofrecer alivio a los síntomas de la menopausia, como los sofocos y los cambios de humor.
Sin embargo, la cautela es primordial al consumir regaliz. No se aconseja su uso en mujeres embarazadas o en período de lactancia, ni en individuos con enfermedades cardíacas o hepáticas. Es crucial evitar su consumo si se están tomando medicamentos para la hipertensión, ya que puede interactuar negativamente con ellos, especialmente con los diuréticos. Se recomienda limitar su ingesta a un máximo de seis semanas consecutivas y no superar los 3 gramos diarios de raíz seca, salvo bajo estricta supervisión médica. Para quienes deseen disfrutar de sus propiedades sin los efectos de la glicirricina, existen versiones desprovistas de este compuesto, aunque con una potencia medicinal reducida.
Preparar una infusión de regaliz es un proceso sencillo que permite aprovechar al máximo sus compuestos. Para ello, se hierve agua y se añade una cucharadita de raíz seca de regaliz, dejando cocer a fuego lento durante unos 10 minutos para una óptima extracción de sus principios activos. Tras reposar cubierto por cinco minutos, se cuela y está lista para disfrutar. Puede endulzarse con un toque de miel o enriquecerse con jengibre o menta, ofreciendo una bebida reconfortante y beneficiosa.
La profunda conexión entre la humanidad y las plantas medicinales, ejemplificada por el regaliz, nos invita a una reflexión. En un mundo cada vez más inclinado hacia soluciones sintéticas, el redescubrimiento de estos tesoros naturales nos recuerda la sabiduría inherente de la naturaleza y el poder de sus curas. No obstante, este conocimiento también conlleva la responsabilidad de un uso informado y respetuoso, reconociendo que incluso lo natural puede tener contraindicaciones si no se maneja con precaución. El regaliz es un claro ejemplo de cómo el equilibrio y la moderación son claves para transformar un regalo de la tierra en un verdadero bálsamo para la salud.