Tim Ingold, un reconocido antropólogo contemporáneo, cuestiona en su obra 'La cuerda de las generaciones' la percepción lineal de las sucesivas cohortes humanas. En lugar de verlas como estratos apilados que se reemplazan, Ingold aboga por una visión de interconexión, donde cada generación es un hilo en una \"cuerda\" continua. Esta propuesta surge de su reflexión sobre la crisis global y la incapacidad de la sociedad actual para abordar el futuro de manera efectiva, atribuyendo gran parte de esta dificultad a una comprensión deficiente de cómo interactúan las generaciones. El pensador británico critica la idea moderna de que cada nueva generación debe suplantar a la anterior en pos del progreso, lo que ha llevado a la marginación de jóvenes y mayores y a una \"Generación Ahora\" que monopoliza el presente. Esta lógica de reemplazo, según Ingold, es la raíz de problemas como la toxicidad en el concepto de raza y la polarización social.
La perspectiva de Ingold se extiende a la crítica de la hipermodernidad y la tecnología. Si bien reconoce la dificultad de implementar su visión en sociedades fragmentadas, mantiene la esperanza de que un colapso del sistema actual permita construir sobre nuevas bases. En este contexto, Ingold distingue la tradición nostálgica de un enfoque que une pasado y futuro, similar a la cosmovisión de los pueblos indígenas, en contraste con la instrumentalización de la tradición por parte de ideologías reaccionarias. Además, aborda el impacto de las redes sociales, a las que considera \"muy destructivas\" y responsables de la falta de comunicación intergeneracional. Argumenta que la tecnología digital, con sus premisas insostenibles, es incompatible con una convivencia sana. Ingold enfatiza que la inteligencia artificial, impulsada por intereses comerciales, es otro ejemplo de un futuro impuesto que debemos resistir activamente, responsabilizando a las corporaciones detrás de estas tecnologías por el daño que causan al planeta y a la sociedad.
El núcleo de la filosofía de Ingold reside en la pregunta fundamental: ¿cómo podemos ser buenos ancestros para nuestros descendientes? Para él, esta es la tarea más crucial de la existencia humana y la pregunta central de la antropología. Ingold sostiene que, aunque la confianza intergeneracional se ha erosionado, especialmente en temas como el cambio climático y la precariedad, el amor entre abuelos y nietos, por ejemplo, sigue siendo una base sólida. Propone fomentar esta conexión personal y permitir que ese afecto se manifieste, contrarrestando la retórica divisoria de los medios. Ingold, al dedicar su libro a sus antepasados y ofrecerlo a sus descendientes, subraya la responsabilidad colectiva de asegurar un futuro habitable para las generaciones venideras, un objetivo que, aunque pueda parecer lejano, debe guiar nuestras acciones y pensamientos constantes.
La visión de Tim Ingold nos invita a reevaluar profundamente nuestras interacciones sociales y tecnológicas, promoviendo una integración generacional basada en el respeto, la colaboración y la responsabilidad compartida. Su llamado a ser \"buenos antepasados\" resuena como un faro de esperanza, instándonos a construir un futuro donde el progreso no implique el descarte de lo anterior, sino una tejedura consciente de las experiencias y conocimientos que nos han precedido. Al cuestionar los fundamentos de nuestra civilización y abogar por un colapso constructivo de las estructuras insostenibles, Ingold nos anima a tomar las riendas de nuestro destino colectivo, forjando un camino más justo y equitativo para las generaciones futuras.