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Un Refugio de Esperanza: La Historia de Fermín y el Santuario Salvando Peludos
2025-08-03

En la vasta extensión de cinco hectáreas de Salvando Peludos, un santuario ubicado en Villamanta, Madrid, se teje una conmovedora historia de redención y compasión. Este lugar, que alberga a más de mil animales rescatados de la “industria del entretenimiento” y la “explotación de consumo”, es un faro de esperanza para criaturas que han conocido el sufrimiento. La dirección de este refugio está a cargo de Cristina Marcos, una mujer cuyo giro vital la llevó de una exitosa carrera empresarial al activismo animal. El santuario no solo provee un hogar seguro, sino que también se dedica a la rehabilitación emocional y física de sus residentes, demostrando que los seres humanos pueden ser una fuente de bondad y no de daño. Entre sus habitantes más notables se encuentra Fermín, un jabalí salvado de una muerte segura y criado con biberón, y una diversidad de animales con historias únicas y conmovedoras.

Historias de Rescate y Rehabilitación en el Santuario de Villamanta

En el pintoresco municipio de Villamanta, en la Comunidad de Madrid, se alza el Santuario Salvando Peludos, un oasis de paz y recuperación para un millar de animales. Este excepcional refugio, que emplea a 35 dedicados profesionales y voluntarios, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el maltrato animal. Su cofundadora y coordinadora, Cristina Marcos, una mujer de 31 años que dejó atrás una prometedora carrera para seguir su pasión, es el alma de este proyecto. Su compromiso es tal que, en su propio vehículo, ha transportado innumerables veces a cerdos, ovejas, aves y cánidos al veterinario, demostrando una dedicación inquebrantable.

El santuario es hogar de una variada fauna, cada miembro con una historia que estremece el corazón. Entre ellos destaca Fermín, un imponente jabalí que fue hallado en agosto de 2021. Siendo apenas un rayón, fue encontrado junto al cuerpo sin vida de su madre, víctima de la caza furtiva. Recogido y cuidado a base de biberón en los primeros días por Fernando y Sara, los fundadores de Salvando Peludos, Fermín desafió todas las expectativas. Los expertos predijeron que no sobreviviría ni un día, pero la incansable dedicación de sus cuidadores, especialmente Vanessa, una empleada con cinco años de experiencia, lo sacó adelante. Hoy, Fermín, con sus 100 kilos de peso, es un ejemplo de nobleza, a pesar de convivir con un grupo de cerdos vietnamitas y un cerdo ibérico que, irónicamente, se aprovechan de su bondad.

Otro residente con una historia impactante es Morgan, un rottweiler de siete años. Este can, profundamente marcado por el miedo y la desconfianza, lleva tres años en el santuario y solo permite el acercamiento de sus cuidadores más cercanos. También reside allí Aguinaldo, un podenco que llegó con el cuello gravemente dañado por un collar de descargas, un instrumento de tortura que le desplazó la laringe. A sus doce años, Aguinaldo, un \"señor mayor con mucha mala vida\", ha encontrado finalmente un lugar donde descansar y convivir en paz.

Además, el santuario cuenta con la presencia de Tango, un poni rescatado de una feria, que al principio giraba en círculos debido al trauma, pero con el tiempo ha recuperado la confianza en los humanos. Y Sella, una vaca que, milagrosamente, sobrevivió al matadero en Asturias a pesar de haber perdido una pata, y ahora disfruta de una vida plena. Finalmente, Alfredo, un anciano burrito abandonado, cuyo primer acto al llegar al santuario fue revolcarse de alegría en el suelo, provocando lágrimas de emoción en Erika Castro, una voluntaria colombiana.

Salvando Peludos, que comenzó en 2013 como Hocicos y Huellas, centrándose en perros y gatos, evolucionó en 2015 al firmar convenios con ayuntamientos para la gestión de animales. En 2016, se estableció como santuario y protectora, financiándose a través de donaciones y convenios. Su proyecto más ambicioso es la \"Ciudad Animal\", inspirada en un modelo polaco, que permitirá a los voluntarios pernoctar con sus perros y recibir formación en \"educación canina respetuosa\", sin violencia.

En un rincón especial del geriátrico, donde residen los animales más viejos y con problemas de salud, se encuentra Antoñete, un cerdo vietnamita. Este particular habitante, conocido como el \"Michael Douglas\" del santuario, es famoso por su \"adicción al sexo\", manifestada en sus intentos de \"fornicar\" con objetos inanimados como vallas y troncos. Antoñete, que apareció tras la DANA de septiembre de 2023, es un animal inteligente y simpático que siempre busca nuevas \"avenidas\" para explorar.

Cada animal en Salvando Peludos es \"alguien\", y el santuario trabaja incansablemente para que olviden el horror que vivieron y redescubran la bondad en los seres humanos.

La existencia de lugares como el Santuario Salvando Peludos nos interpela profundamente como sociedad. Nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con el reino animal, a cuestionar las prácticas de explotación y a reconocer la capacidad de sufrimiento y la necesidad de respeto que toda criatura viva posee. La historia de Cristina Marcos, que sacrificó una vida de comodidades por una causa mayor, es un testimonio inspirador del poder de la empatía y la acción. Observar la transformación de animales como Fermín, Aguinaldo, o Sella, que pasaron del trauma y la desesperanza a una vida de paz y afecto, nos demuestra que la compasión no solo es posible, sino que es transformadora. Este santuario no es solo un refugio; es una escuela de humanidad, donde cada animal enseña una lección de resiliencia y cada cuidador, una lección de amor incondicional. Nos recuerda que tenemos la responsabilidad de ser la voz de aquellos que no la tienen y de construir un mundo donde la convivencia armónica sea la norma, no la excepción.

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