La localidad de Abejera, en la provincia de Zamora, se ha visto nuevamente envuelta en una tragedia, con un incendio forestal que ha causado heridas graves a seis personas. Esta lamentable situación evoca el devastador incendio de la Sierra de la Culebra en 2022, que arrasó con más de 31,000 hectáreas, siendo el mayor desastre de este tipo en España en lo que va de siglo. El martes por la tarde, a pesar de que el viento inicialmente soplaba en dirección contraria al pueblo, un cambio repentino y \"huracanado\" de las ráfagas, que alcanzaron entre 50 y 70 kilómetros por hora, hizo que las llamas avanzaran con una velocidad asombrosa, cubriendo los siete kilómetros que separaban el fuego de Puercas en apenas un cuarto de hora. La Guardia Civil emitió una orden de evacuación urgente, y los residentes se vieron obligados a huir en una desbandada caótica, con testimonios desgarradores de una \"ola de fuego\" que consumía todo a su paso.

Entre los afectados por este virulento incendio se encuentran seis individuos con quemaduras de extrema gravedad. Una mujer de 56 años presenta el 50% de su cuerpo quemado, mientras que sus padres, de 80 y 77 años, también sufrieron quemaduras significativas, con pronósticos reservados. Además, un hombre de 37 años se encuentra en estado crítico con el 85% de quemaduras, otro de 36 con el 50%, y un sexto hombre de 64 años con el 35% de la superficie corporal afectada. El presidente de la Diputación de Zamora, Javier Faúndez, quien previamente fue bombero voluntario, relató haber asistido a dos de los heridos, incluyendo a una persona desorientada a poca distancia del pueblo. La catástrofe no solo dejó heridos, sino que también destruyó una decena de edificaciones en Abejera, sumiendo a la comunidad en un estado de profunda consternación y desesperación.

Este evento reaviva el dolor y la memoria del incendio de 2022, cuando Abejera fue igualmente desalojada, aunque en aquella ocasión, un grupo de valientes vecinos, liderados por el alcalde pedáneo Ángel Andrés y utilizando maquinaria de cantera, lograron crear un cortafuegos que protegió el casco urbano de las llamas. Es el mismo Ángel Andrés quien, en este nuevo infierno, corría para salvaguardar a sus vecinos. La resiliencia de la comunidad es puesta a prueba una vez más, enfrentando la dura realidad de una naturaleza implacable. Sin embargo, en medio de la adversidad, la solidaridad y el coraje de los habitantes de Abejera brillan, demostrando que, a pesar del fuego, el espíritu humano persevera, luchando incansablemente por la recuperación y la esperanza en un futuro más seguro.