Según las autoridades, la implementación de las recetas electrónicas garantiza la transparencia en el proceso de prescripción. Evita las irregularidades y el uso de recetas falsas, lo que ha sido un problema recurrente en el pasado. Además, la digitalización simplifica la gestión tanto para los profesionales de la salud como para los pacientes, facilitando el acceso a la información y la atención médica.
Además, el sistema de repositorios electrónicos de recetas garantiza la validación y el almacenamiento seguro de los datos. Solo se podrán consultar las recetas correspondientes a los pacientes que las necesiten, protegiendo su privacidad y seguridad. Esto permitirá un seguimiento más preciso del historial de prescripciones, contribuyendo a mejorar la calidad del tratamiento de los pacientes.
Aunque la receta electrónica será la norma, se han tomado precauciones para las zonas donde no hay acceso a conectividad o en áreas de difícil acceso. Se contempla el uso de recetas en papel en estos casos, asegurando que los pacientes puedan seguir recibiendo la atención médica que necesitan. Además, las recetas emitidas en papel hasta el 31 de diciembre de 2024 seguirán siendo válidas durante su periodo de vigencia.
Esto demuestra que el Gobierno se ha dado cuenta de las necesidades especiales de estas zonas y ha tomado medidas para garantizar que no se vean afectadas por la transición a las recetas electrónicas. Esto es un ejemplo de la consideración y la flexibilidad que se ha tenido en cuenta en este proceso.
El nuevo sistema incluye la creación de repositorios electrónicos donde se almacenarán las prescripciones digitalizadas. Esto permitirá una validación rápida y precisa en las farmacias, reduciendo el tiempo de espera y la probabilidad de errores. Además, el seguimiento más riguroso del historial de prescripciones contribuirá a mejorar la coordinación entre los diferentes profesionales de la salud y a evitar conflictos en el tratamiento de los pacientes.
Esta modernización del sistema de salud es un paso importante hacia la alineación con los estándares internacionales. Permite una gestión más eficiente y segura de la información médica, lo que beneficiará a todos los involucrados en el proceso: los pacientes, los profesionales de la salud y el sistema sanitario en general.