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Explorando el Síndrome de Tourette en la Infancia: Más Allá de los Tics Habituales
2025-07-07
Este artículo profundiza en la complejidad del síndrome de Tourette en niños, una condición neurológica a menudo malinterpretada. A través de la experiencia de una destacada neuróloga pediátrica, se desglosan los signos, el proceso diagnóstico y las opciones de manejo, ofreciendo una perspectiva integral para padres y educadores.

Desvelando el Tourette: Comprendiendo los Movimientos Involuntarios de la Infancia

Características y Manifestaciones del Síndrome de Tourette en Niños

El síndrome de Tourette, una condición neurológica que afecta a una porción considerable de la población escolar (entre el 0.5% y el 1%), es frecuentemente mal diagnosticado debido a su desconocimiento. Esto puede generar consecuencias negativas para el desarrollo del niño. La Dra. Ana Camacho, Jefa de Neurología Pediátrica en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y ex-presidenta de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), ofrece su experiencia para clarificar las particularidades de este síndrome en la población infantil y adolescente, y cómo abordarlo eficazmente. Los movimientos faciales, como guiños o gestos nasales y bucales, son tics motores comunes. También pueden presentarse tics vocales, como carraspeos, tos o aspiraciones nasales, manifestándose de forma repetitiva e involuntaria.

Identificación y Detección Temprana del Síndrome de Tourette

Estos movimientos involuntarios se presentan de manera recurrente, rápida e incontrolable, y pueden persistir por más de un año, variando con el tiempo. La clave para su identificación radica en la persistencia de los tics durante un período superior a doce meses, sin que el niño pueda controlarlos. La Dra. Camacho señala que estos tics suelen aparecer gradualmente entre los 6 y 8 años de edad y son más comunes en varones. La identificación precisa del síndrome es crucial, ya que los guiños, la tos o las aspiraciones nasales repetitivas pueden confundirse erróneamente con conjuntivitis o alergias, llevando a tratamientos inadecuados. Muchos niños afectados presentan también trastornos asociados, como déficit de atención, hiperactividad o dificultades de aprendizaje. Por ello, la consulta con un neuropediatra es fundamental, ya que son especialistas en diferenciar los tics de otros movimientos anormales. Es esencial considerar el bienestar social y académico del niño con tics.

Abordajes Terapéuticos para el Síndrome de Tourette en la Población Infantil

Dado que los tics y movimientos asociados al síndrome de Tourette son totalmente involuntarios, la Dra. Camacho enfatiza la importancia de no intentar corregir al niño o adolescente para que los detenga. Generalmente, los tics mejoran espontáneamente a partir de la segunda década de vida, e incluso pueden desaparecer. El síndrome de Tourette es una condición benigna y, en la mayoría de los casos, no requiere medicación continua, especialmente si los tics no afectan significativamente la vida diaria del menor. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de casos, los movimientos son más pronunciados e incapacitantes, lo que justifica la prescripción de fármacos. Esto ocurre cuando los tics impiden el desarrollo normal de actividades, como seguir una clase debido a interrupciones constantes. Existe una intensa investigación en el campo del síndrome de Tourette, enfocada en descubrir tratamientos farmacológicos más efectivos y en comprender las bases biológicas de la condición. Es fundamental considerar el impacto social que esta alteración puede tener en el niño, incluyendo el acoso o el aislamiento. Por lo tanto, los neuropediatras deben evaluar cada caso individualmente para determinar el grado de afectación en la vida del menor y diseñar el enfoque adecuado que permita su óptimo desarrollo en todos los ámbitos. La Dra. Ana Camacho subraya la importancia de proporcionar información precisa a las familias y al entorno escolar, dado que los movimientos fluctúan y no son intencionados.

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