Este artículo explora las experiencias y desafíos de varios agrónomos chilenos que han llevado su experiencia en agricultura a diferentes partes del mundo. Estos profesionales comparten sus conocimientos en países como España, Turquía, India y Egipto, adaptándose a nuevas realidades culturales y técnicas mientras promueven el desarrollo de variedades exclusivas de uva de mesa. A través de sus historias, se destaca la importancia de la adaptabilidad, la innovación y el intercambio de saberes para mejorar la producción agrícola global.
En un viaje por Europa, Cybill Peña, ingeniera agrónoma, ha encontrado hogar en Alicante, España, donde trabaja con Polar Fresh Group en la gestión de fincas cultivadas con la variedad Blanc Seedless®. Desde allí, también recorre zonas productoras de Italia y Grecia. Cybill enfatiza la necesidad de adaptarse a los distintos mercados europeos, donde los costos laborales son elevados y las prácticas agronómicas difieren significativamente de Chile. Su trabajo implica no solo el manejo de viñedos, sino también la introducción de técnicas que mejoran la calidad de la uva, como el arreglo de racimos, una práctica que inicialmente generó resistencia entre los productores locales.
Joaquín Villalba, administrador de empresas, encontró en Antalya, Turquía, una oportunidad inesperada para extender su estancia tras ser invitado por Oragro a permanecer indefinidamente. Su tarea principal es preparar a la empresa para certificaciones internacionales y mejorar la calidad de la uva de mesa Crimson y los arándanos. Joaquín destaca los choques culturales y logísticos, pero también celebra cómo las prácticas chilenas están influyendo positivamente en la eficiencia y calidad de la producción turca.
Polibio Moreno, gerente técnico de Bloom Fresh India, volvió a Pune, India, después de cinco años en México. Su misión es expandir la superficie cultivada y mejorar la productividad en un país que, según él, está listo para dar un gran salto en la agricultura de uvas. Moreno resalta la diferencia en ritmos de trabajo entre México y Chile, y cómo estos contrastes afectan la implementación de nuevas tecnologías y métodos agronómicos.
Óscar Salgado, asesor técnico global, ha recorrido el mundo desde Copiapó hasta Valencia, España, pasando por Egipto, Sudáfrica y China. Sus anécdotas reflejan los desafíos de convencer a productores extranjeros de adoptar prácticas innovadoras. En India, encontró un entorno más receptivo a la tecnología debido a la alta dependencia de los pequeños productores en sus cosechas.
Alejandro Gayán, responsable técnico de Egipto y Oriente Medio de Bloom Fresh, es el único chileno que aún reside en El Cairo tras dieciocho años. Ha presenciado cómo la corriente sudafricana ha tomado el control del sector agrícola egipcio, pero también cómo la calidad de la uva producida ha dado un salto enorme. Alejandro describe los cambios en la infraestructura y la adaptación a las condiciones climáticas únicas de Egipto.
Rodrigo Oliva, asesor independiente, ha vivido en Perú, Egipto y Sudáfrica, y actualmente divide su tiempo entre Sudáfrica, India y México. Su experiencia en diseñar líneas de empaque y formar equipos de profesionales lo ha llevado a especializarse en nutrición, fisiología y riego. Rodrigo destaca la importancia de adaptarse a las condiciones locales y la satisfacción de ver cómo sus estudiantes ahora ocupan puestos importantes en la industria.
César Espinosa, asesor internacional, pasa casi seis meses al año recorriendo campos en México, Perú, Chile y España. Su trayectoria comenzó colaborando con Andrés Martínez en el norte de Chile y ha evolucionado hacia asesorías internacionales que incluyen Marruecos. César enfatiza la complejidad de trabajar en diferentes realidades agroclimáticas y culturales, y cómo estas experiencias le han proporcionado una visión amplia y adaptativa del negocio de la uva de mesa.
Desde la perspectiva de un periodista, estas historias subrayan la importancia de la adaptabilidad y la innovación en la agricultura global. Los desafíos enfrentados por estos agrónomos en diferentes países demuestran que, aunque cada región tiene sus particularidades, el intercambio de conocimientos y la disposición para aprender e innovar pueden llevar a avances significativos en la producción agrícola. Además, estas experiencias resaltan la necesidad de entender y respetar las diferencias culturales y logísticas para lograr un verdadero impacto en la mejora de la calidad y eficiencia en la agricultura.