En un desarrollo reciente y significativo, el Ministerio de Política Territorial ha iniciado una investigación exhaustiva sobre las credenciales académicas de un alto cargo. La solicitud de documentación completa busca esclarecer las circunstancias que rodean la polémica titulación universitaria presentada por el comisionado designado para la reconstrucción de los daños causados por el desastre natural. Esta acción ministerial subraya el compromiso del gobierno con la transparencia y la probidad en la función pública, prometiendo una resolución rápida una vez que toda la información requerida sea debidamente analizada.
En el corazón de la cuestión se encuentra la figura de José María Ángel Batalla, el comisionado del Gobierno Central encargado de coordinar la recuperación tras los devastadores efectos de la DANA en la Comunidad Valenciana. El miércoles, 30 de julio de 2025, el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, hizo pública la imperativa solicitud de todos los documentos relacionados con la formación académica de Ángel Batalla, que fueron utilizados para su ingreso como funcionario público. La petición se produce a raíz de informaciones publicadas, particularmente una exclusiva de EL MUNDO, que apuntaban a una posible falsificación en el título universitario del comisionado.
El ministro Torres, oriundo de las Islas Canarias, enfatizó que la administración no se basa en comunicados de prensa ni en artículos periodísticos para tomar decisiones, sino en la documentación oficial. Por ello, el martes anterior, 29 de julio de 2025, se comunicó oficialmente a Ángel Batalla la necesidad de presentar su expediente académico completo. La finalidad es someterlo a un análisis riguroso y transparente, que permita determinar las acciones a seguir. Torres dejó claro que se tomarán las «decisiones oportunas» una vez recibida y evaluada la información, dejando entrever la posibilidad de un cese en sus funciones.
Paralelamente, el comisionado Ángel Batalla, designado por el gobierno de Pedro Sánchez, emitió un comunicado. Aunque no negó directamente las acusaciones de falsificación de un título universitario, argumentó que, para el puesto de funcionario, solo se requería el Bachillerato. Además, anunció que emprendería acciones legales contra la Agencia Valenciana Antifraude, que lo había señalado por supuestamente haber presentado una fotocopia de un diploma no finalizado en 1985 para acceder a un cargo administrativo.
Este incidente nos invita a una profunda reflexión sobre la importancia de la integridad y la honestidad en el servicio público. En una sociedad que demanda cada vez más transparencia y rendición de cuentas, la verificación de credenciales académicas y profesionales de los funcionarios no es un mero formalismo, sino un pilar fundamental para la confianza ciudadana en sus instituciones. La celeridad con la que el Ministerio ha actuado al solicitar la documentación es un paso positivo, demostrando una voluntad de abordar las acusaciones con seriedad. Sin embargo, este episodio también destaca la necesidad de mecanismos de control más robustos y preventivos para evitar que situaciones similares se repitan. La confianza en los líderes y administradores se erosiona cuando surgen dudas sobre su legitimidad, y es imperativo que las autoridades demuestren con acciones concretas que la ética y la verdad son valores innegociables en la gestión de los asuntos públicos.